Por: Cruz Pérez Cuellár.
Ciudad Juárez, Chih., a 3 de noviembre del 2021.- El tiempo se encargó de poner las cosas en su lugar en el tema del agua. De una mala negociación y un mal planteamiento de la situación con motivo del cumplimiento del Tratado de Aguas Internacionales, que en su momento atribuí y reclamé a la entonces titular de la Conagua, Blanca Jiménez, se derivó un conflicto de dimensiones internacionales, la pérdida de vidas humanas, confrontación, encarcelamiento de productores y más.
Aún con el consabido costo político era pertinente oponerse a dicha postura, sobre todo aquella que obligó a detener a varios defensores del agua, como el encarcelamiento de Andrés Valles que generó indignación. Es cierto que las exigencias del tratado no las generó el actual Gobierno federal, pero también es cierto que la realidad de los trabajadores del campo tampoco es la mejor, sobre todo por la escasez de agua.
En fin, era necesaria la voluntad de las partes para evitar más daños a los ya acumulados desde principios del año pasado. Por eso celebro la buena disposición y capacidad de diálogo del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien en acuerdo con la gobernadora Maru Campos Galván, con los representantes de los productores de la región centro-sur del Estado y usuarios de riego, decidieron poner fin a este capítulo tan complicado para los campesinos de nuestra entidad.
Y no solo se acordó retirar a quienes mantenían custodiadas las compuertas de la presa La Boquilla, la voluntad política fue más allá, como ameritaba el asunto; se deja en libertad a los líderes campesinos que fueron detenidos luego de las confrontaciones con la Guardia Nacional; los representantes de la Secretaría de Gobernación y el Gobierno del Estado se comprometieron a apoyar a los productores que se vieron afectados con la extracción del agua, generar condiciones para que cuenten con un adecuado sistema de riego, y con recursos para que suplan algunas pérdidas de este período.
En general, se abren las puertas a través del diálogo para que nuestros productores puedan acceder a los programas federales que impulsan el desarrollo a través de la tecnificación de riego, por ejemplo. Porque si el problema que más nos aqueja es la falta de agua, no podemos seguir utilizando métodos arcaicos, procedimientos que generan un gran desperdicio del vital líquido, como el sistema de riego de surcos o por gravedad.
Pero considero que este es el principio de una relación que puede ayudar a resolver el problema de fondo. Volvemos al punto de partida, pero con una mejor expectativa, con las ganas de querer resolver el embrollo mayor que implica el tratado de aguas pactado a finales de la Segunda Guerra Mundial y cuyos protagonistas ya no figuran en el mapa.
Pero no solo eso, las condiciones climáticas han cambiado sobremanera y es fundamental que el acuerdo se reescriba, con la correspondiente contribución de nuestro Estado, pero no en la misma proporción actual, por supuesto.
El problema de suyo no está resuelto, es necesario establecer una nueva mesa de diálogo, con representantes de los usuarios de riego, de los gobiernos local, estatal y federal, sobre todo, con la debida representación de la Comisión Nacional del Agua y de la Comisión Internacional de Límites y Agua entre México y Estados Unidos (CILA).
Sabemos que el tratado conviene a nuestro país, ahí no estriba el problema, sino en la carga que tiene que soportar nuestro Estado, hablamos del 40 por ciento del total de escurrimientos que se tienen que hacer para que llegue allá la cantidad de agua pactada, cuando fácilmente pueden aumentar su contribución otras entidades con mejores condiciones o que no se encuentran tan amenazadas por la sequía por la que atraviesa Chihuahua.
Se puede hacer un cambio, pero es fundamental que esa voluntad permanezca. Tanto de un lado como del otro, acá tenemos que hacer el esfuerzo por eficientar el vital líquido, pero se requieren de fuertes inversiones para que se logre ese objetivo y el apoyo convenido puede resolver en parte esa situación.
No dejemos que pase el tiempo, porque en los próximos años estaremos padeciendo la misma monserga. Que se establezcan las mesas de seguimiento a los acuerdos; que comiencen a fluir los recursos. Que se abran las puertas de Conagua a los créditos; que se generen facilitadores de trámites que mantienen por años estancados cientos de proyectos.
Enhorabuena por ese acuerdo, que si se mantiene así hallará puerto seguro a ese conflicto que por décadas ha aquejado a nuestros productores, producirá mejores condiciones en ese tratado que obliga a nuestro Estado a pagar casi la mitad del total de agua que se adeuda, pero que si se aplica un buen