Por: La Redacción.
Fukushina, Japón., a 30 de agosto del 2023.- El pais asiático de Japón comenzó comenzó a verter al océano Pacífico las aguas residuales tratadas de la central nuclear de Fukushima, que sufrió un grave accidente tras el terremoto y el tsunami de 2011.
El Gobierno japonés asegura que el vertido es seguro y cumple con los estándares internacionales, pero la decisión ha generado una fuerte oposición tanto dentro como fuera de la nación, especialmente entre los países vecinos y los sectores pesquero y turístico.
Las autoridades japonesas aseguran que el agua que se verterá al mar tendrá una concentración de residuos radiactivos muy por debajo de los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el agua potable. Además, el agua se diluirá en agua marina y se dispersará por las corrientes oceánicas, lo que reducirá aún más su impacto.
El agua se ha usado para refrigerar los reactores dañados y fue filtrada para eliminar la mayoría de las sustancias radiactivas, excepto el tritio y el carbono-14. El tritio es un isótopo radiactivo del hidrógeno que se genera de forma natural en la atmósfera y que solo es peligroso en dosis muy altas.
El carbono-14 es otro isótopo radiactivo que se encuentra en todos los seres vivos y que también tiene una baja radiotoxicidad.
Sin embargo, algunos expertos y activistas cuestionan la confiabilidad de los datos proporcionados por el Gobierno japonés y el Organismo Internacional de Energía Atómica
(OIEA) y advierten que el vertido podría tener efectos nocivos sobre la vida marina, la cadena alimentaria, la pesca, el turismo y la salud pública.
Algunos estudios han demostrado que la radiación puede causar daños genéticos, mutaciones, enfermedades y cáncer en los organismos expuestos. También existe el riesgo de que el agua contaminada llegue a otras zonas del océano o las costas de otros países, lo que podría generar conflictos diplomáticos y legales.
Vertirán millones de litros de agua radioactiva hasta 2050
Según el plan aprobado por el Gobierno nipón, se liberarán alrededor de 1.25 millones de toneladas de agua almacenada en más de mil tanques en el complejo nuclear durante los próximos años. El agua proviene del líquido empleado para enfriar los reactores dañados y de las precipitaciones y aguas subterráneas que se han filtrado en la planta.
A decir del personal de la planta, el agua ha sido tratada mediante un sistema que elimina la mayoría de los elementos radiactivos, excepto el tritio, un isótopo del hidrógeno que se considera de bajo riesgo para la salud humana y el medio ambiente en pequeñas cantidades.
Greenpeace ha denunciado que el vertido viola el derecho humano al agua y al medio ambiente sano y ha advertido de que podría tener efectos negativos a largo plazo en los ecosistemas marinos y la biodiversidad.
Mientras que la Asociación Nacional de Laboratorios de Biología Marina de Estados Unidos (NAML), ha llamado a detener el vertido al considerar insuficientes los datos aportados para justificar su seguridad.
Algunos de los efectos directos al estar expuesto a algún tipo de radiación fuera de Norma son varios, entre ellos, un importante incremento en el riesgo de desarrollar cáncer de tiroides, estómago, vejiga, colon o mama. También se pueden tener alteraciones genéticas que pueden afectar a las generaciones futuras.
Se pueden presentar daños en el sistema inmunológico, nervioso y reproductivo. Se puede registrar también efectos psicológicos como ansiedad, depresión y estrés postraumático. Así como se puede registrar la contaminación de los alimentos y el agua que consumen las personas y los animales. Así como daños en los ecosistemas marinos y terrestres, con posibles consecuencias para la biodiversidad y la pesca.
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, defendió la medida como “inevitable” para avanzar en la desmantelación de la central y aseguró que su Gobierno hará “todo lo posible” para garantizar la seguridad y la transparencia del proceso que tendrá una duración hasta el 2050.